Al abrir el blog, he pasado corriendo por las crinolinas de arriba abajo y he pensado en las arañas de Louise Bourgeois. Eduardo Lago, describió a Louise como una niña de 96 años, la primera vez que la visitó en su salón. Sí, queridas primas, se ve que Louise recibía a sus admiradores los domingos por la tarde en su pisito de Chelsea en Nueva York, pero no para tomar el té sino para que le llevaran cositas que iban depositando sobre la mesa a guisa de ofrendas. No me la imaginaba así, sino risueña y pillina, pero igual a esa edad sucumbió a la autorrepresentación de sí misma, cual escultura viviente.
Pero leído así, puede que la crinolina no sea tanto una jaula como un escudo protector, un refugio o una campana. No sabría decirlo. Y la niña tal vez sea una invocación a la memoria de Louise, una vieja niña, una niña anciana, una mujer araña, una maman crinolina feliz jugando con recuerdos y fantasmas en su planetarium particular.
L.P.
La crinolina es un elemento inagotable de metáforas...creo que más que el corsé (demasiado explotado como metáfora a estas alturas de la historia...).
ResponderEliminarMi aracnofobia no me permite profundizar demasiado en la suya, Lady P, pero las arañas de Louis son estupendas.Leí en alguna parte que las arañas son muy buenas madres, a pesar de que cuando se ponen a criar no "s'hi posen per poc";pero cuidan con esmero desmesurado a todas y cada una de los millones de crias que llevan al mundo.Bueno, tal vez sean centenares solamente.Y creo que lo hacen solas y los depredadores no les conceden ningun permiso de maternidad ni nada, justamente lo contario...La naturaleza, siempre tan sorprendente.
Lady M.