DMONÓLOGO (diálogo/monólogo/demoníaco)
-Ay, hija mía, han cambiado tanto las cosas en este barrio... Qué digo en este barrio, en toda la ciudad. ¿Te acuerdas cuando éramos jóvenes? Qué tranquilidad entonces. ¿Te acuerdas cuando decidimos disecar el cariño familiar? Tú aún eras jovencita, yo también era joven entonces. ¿Sabes qué? Creo que fuimos los primeros que lo hicimos. El abuelo tenía unas ideas tan buenas... Como vio que estaba viejo y enfermo decidió matarlo para que no se echase a perder y que disecado pudiera durarnos siempre. ¡Qué cosas!
“Y al lado teníamos ese cartel que decía: “Aquí nos queremos” Nunca acabamos de entender qué quería decir pero como al abuelo le gustaba... No sé dónde debe estar, hace tiempo que no lo veo. Da igual, el abuelo ya está muerto.
“Y como el cariño no estaba vivo, teníamos que fingir. Nos divertíamos mucho besándonos y abrazándonos delante de los vecinos y las visitas. Alguna vez incluso se nos caía alguna lagrimita.
“Ahora también lo hacemos, claro que sí, mujer, pero como somos más mayores pues también somos más contenidos, más sobrios. El abuelo nos dijo que siempre teníamos que guardar las apariencias para que fuera verosímil que aún teníamos cariño; ¿para qué lo disecábamos, si no? Y nos insistió mucho en que no buscásemos otro porque entonces los vecinos se darían cuenta y quedaríamos fatal. ¿Un poco más de té?
-¿Te acuerdas de esos que lo tenían suelto y se les escapó?
-¿Por qué me lo recuerdas si fue tan desagradable? Yo ya había dicho que pasaría.
-Todos nos lo veíamos venir, es que de la jaula no se puede prescindir jamás de los jamases, es que lo saben hasta los niños. Es que luego no la tienes ni para disecar.
-Qué quieres que te diga , querida, si esos no tuvieron el buen gusto ni la decencia de disimular ni nada. Admitieron abiertamente lo que pasaba; no se les ocurrió ni por un momento que podían decir que la habían llevado al veterinario. Un drama; ¿y por qué? Pues porque se les había escapado la ternura por la ventana porque no les había dado la gana encerrarla en una jaula como Dios manda y como hace toda la gente que es decente. Ese fue el principio del fin.
-¿Y ese caso tan horrible de esos que la tenían escondida, te acuerdas? Yo no podré olvidarlo nunca. ¿Por qué ocultaban una cosa que de la que presumen incluso los que no tienen? Parecía que les diese vergüenza... O tal vez tenían miedo que se lo robaran. Rarísimo.
-Quién se lo iba a robar si en el barrio todo el mundo tenía o lo fingía.
“¿Tú no llegaste a saber lo del cartero? No, ya me acuerdo, eso fue cuando ya te habías ido. Por lo visto no pudo evitar leer una carta que enviaban a otra ciudad, resulta que les contaban a unos amigos que cuando llegaron a nuestro barrio tenían una ternura joven muy moderna. Y eran de esa clase de gente que las dejan sueltas, igual no todo el rato como esos locos que te decía antes, pero de vez en cuando. La ternura quiso conocer las nuestras, sus vecinas, vaya. Y se fue dando cuenta de que todas estaban disecadas. Entonces el cariño habló con la familia y les contó lo que pasaba. Ellos se enternecieron o se entretuvieron... no, se entristecieron, ahora sí, no me salía; porque vieron que tenían una cosa que nosotros no. De esta manera decidieron no usar la suya para que no nos sintiéramos de menos por tenerlas disecadas. Como eran forasteros creían que las teníamos disecadas abiertamente, como un detalle decorativo y nuestra farsa no les engañó en ningún momento. Nosotros no estábamos acostumbrados a que alguien que no disimulaba y lo vivimos como una burla de nuestra cultura, como si reivindicasen lo que siempre habíamos evitado. No les dejamos integrarse, no, quiá! Los niños no fueron a la escuela hasta que se marcharon de la ciudad. Imagínate el lío cultural que hubieran podido tener nuestros niños si llegan a pensar que lo bueno es lo de ellos y no lo nuestro. No sé como deben haber acabado esas pobres criaturas. No quiero pensarlo.
-La gente que viene de fuera... ya se sabe.
-Encuentro que tú no has cambiado nada, querida prima.
-Me halagas.
-Pues estoy de acuerdo, la gente que viene de fuera no trae nada bueno. Los últimos que llegaron también montaron un sarao...
-¿Qué pasó?
-Pues lo de siempre , querida, que llevaban su ternura, como todo el mundo y con estas cosas que tienen los forasteros de dejarlas sueltas no tenemos más que disgustos. Porque ya verás como acabó la cosa. Pues esta también quiso conocer las nuestras y vio que estaban disecadas, entonces conociendo a la familia que nunca querían ser diferentes, vio que querrían disecarla como nosotros y intentó escaparse, entonces la metieron en una jaula para que se fuese acostumbrando a estar quieta y finalmente en un momento de despiste mientras limpiaban la jaula, ¡se escapó! No la habían matado a tiempo y ya no podían disecarla. Y lo que... no sé cómo decirlo, lo más chocante es que el cariño tenía que ir a alguna parte, no podía quedarse en la calle, ya me entiendes. Pues se compró el Segunda Mano y esos insensatos que no habían disimulado ni nada cuando se les escapó el suyo habían puesto un anuncio y se lo quedaron. Ya ves, aquí todos disimulando con cariños disecados y esos sinvergüenzas que no disimularon ni nada, ¡plaf! Una nuevecita. No te digo... Los últimos que se habían quedado sin y ¡hala! La primera ternura suelta en siglos, van y se la quedan.
“Pero lo peor aun no había llegado porque la primera que había huido volvió con ellos y tenían dos. Es que no se puede tolerar. Y eran felices sin ningún tipo de control, ni disimulo, ni respeto por el fingimiento de los demás, que fingimos, pero dentro de unos parámetros éticos, morales, y de buen gusto. No esa euforia que da vergüenza.
“Y aun no se terminó aquí la historia: la que había huido había viajado y había contactado con ternuras de diferentes sitios que vinieron a nuestra ciudad como una plaga. Querían ponerse a vivir con las familias, pero primero: que nosotros no habíamos pedido ningún cariño, sólo algún desequilibrado al que no se hizo ningún caso y ¡hala! A medicarse y que se calle de decir disparates.
“Además, el cariño disecado, como es estático, no te pone en compromisos ni te da sorpresas. Tú finges y ya está, como siempre, con naturalidad... dentro de unos márgenes éticos, de buen gusto, etcétera, etcétera, etcétera. Porque, a estas alturas, una ternura viva y quién la quiere? Y sin jaula, porque ponían esa condición, ya lo ves, vivas y sin jaula. Nadie quiso:
“Primero porque nadie quería admitir que su cariño estaba disecado, segundo que ya se veía el cambio iba a llevar mucho trabajo y tercero que a la ternura que tenemos disecada ya le tenemos cariño de toda la vida.
“Así que las ternuras se fueron. Tenemos unos vecinos locos que tienen unas sueltas que van y vienen como quieren y ellos lloran cuando no están, sin disimular ni nada, y nos desesperan de verdad que a veces no se puede soportar.
“Con lo tranquilo y lo bonito que era antes este barrio. Cada cariño, o ternura, disecado o en su jaula, nunca se sabía bien bien, pero manteniendo las formas que es lo que importa para podernos comunicar.
-¿Qué significa comunicar?
-Pues no lo sé pero encuentro que queda bien, lo he oído en la tele.
La anfitriona se agacha y coge algo del suelo.
-¡Mira lo que he encontrado!
Es el cartel que dice “Aquí nos queremos”. Y lo cuelga junto a la ternura disecada.
Lady I
Queridisima Primaaaaaa! Que gusto leer de nuevo su obrita de teatro! Creo que me dijo que la llegó a representar ¿no es cierto? ....Además es especialmente emocionante recordar de dónde venimos, aunque no esté NADA claro a dónde iremos a parar con nuestro querido blog, pero lo cierto es que no está disecado, ni lo estará!!! Lady M.
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