lunes, 29 de agosto de 2011

RANAS


Queridas primas:

Os escribo para informaros de un descubrimiento que me ha llevado a preguntarme si en otra vida no fuimos acaso ranas. Me explico: en un reciente viaje a la Costa Azul (¡sí, yo soy así!!), visité Les Collettes, una preciosa casa en Cagnes-sur-Mer en la que el pintor Auguste Renoir vivió los últimos quince años de su vida y donde su hijo, Jean Renoir, filmó gran parte de "Partie de campagne" (esa película que parece un cuadro vivo). Ahora aquel lugar es un museo pequeño y entrañable donde, entre otros objetos, se encuentra la silla de ruedas en la que Renoir padre estuvo confinado al final de su vida y donde pasan ininterrumpidamente una filmación doméstica del viejo pintor examinando una escultura. ¡Qué ojos tan vivos tenía ese hombre!...Antes de salir al jardín, ya me había enamorado (me pasa bastante últimamente eso de enamorarme de muertos, como si no fuera ya difícil con los vivos). Total, que me compré en la "boutique" del museo un libraco titulado "Pierre-Auguste Renoir, mon père", escrito por Jean, para entrar en intimidad con mi amado.

El libro es realmente muy interesante, aún si no lo entiendo todo porque mi francés es limitado. Aprendo mucho sobre la sociedad de aquellos años que eran el fin de una era y la entrada en el aberrante mundo de las fábricas y los productos hechos en serie (mi amado despotricaba mucho sobre ese particular). También me entero de cotilleos impresionistas, por supuesto. Y ahí es donde quiero ir a parar.
Las imágenes que acompañan este texto son reproducciones de cuadros que Renoir pintó en "La Grenoillère" (literalmente "el estanque de las ranas"), un espacio al borde del Sena, a unos veinte minutos de París en tren, donde se reunían los jóvenes de la burguesía para beber limonada, ir en barca y pelar la pava. Monet también pintó escenas ambientadas en ese lugar.
Bien. Pues ahí va una explicación "alternativa" de por qué ese sitio se llamaba "La Grenouillère", en palabras del autor del libro (la traducción es mía): " El nombre de la Grenouillère no se debía a los numerosos batracios que poblaban el lugar, sino que se aplicaba a unas ranas (grenouilles) de especie muy distinta. Era así como se designaba a las mujeres de "pequeña virtud" (nota: digamos "de moral distraída"); no exactamente prostitutas, sino más bien ese tipo de muchachas libres, características de los usos parisinos de la época, que cambiaban de amante fácilmente, permitiéndose alguna distracción cuando les apetecía, saltando sin despeinarse de un palacio privado en los Champs-Élysées a una buhardilla en Batignolles. Ellas desempeñaron un papel muy importante en los años que precedieron y siguieron a la caida del Imperio. Les debemos el recuerdo (le souvenir) de un París brillante, espiritual, divertido (...)".
¿A que mola?. Queridas primas, se me ocurre que así es como debemos proyectarnos al mundo en este próximo otoño que se avecina. Ranas libres y saltarinas, de los Campos Elíseos a la buhardilla de un poeta (mejor que mejor si no está tuberculoso), o, lo que es casi lo mismo, seamos conscientes de nuestra luz, derramémosla, y salga el sol por donde quiera.

1 comentario:

  1. Querida! Ayer,antes de leer su entrada,-¿se lo puede usted creer?-estuve apunto de descargarme la pelicula que usted cita...si esto no es sintonía, entonces no se lo que es!!!
    Por mi parte, hace días que no me arrimo a las columnas salvajemente...pero quiero volver a hacerlo!
    Lady M.

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