Queridas primas:
No lo he podido evitar, pues he encontrado esta fotografía de archivo que me ha llevado de viaje hasta Moscú.
Sobre el Diario de Moscú de Walter Benjamín (6/12/1926-30/01/1927):
No lo he podido evitar, pues he encontrado esta fotografía de archivo que me ha llevado de viaje hasta Moscú.
Sobre el Diario de Moscú de Walter Benjamín (6/12/1926-30/01/1927):
Trad. de la nota: "Modelo en madera de una máquina de coser (trabajo de campesino). Al dar vuelta a la manivela el clavo sube y baja, produciendo el ruido rítmico de la máquina de coser." |
De las fotografías moscovitas, media docena ilustrarán “Juguetes rusos”. En ellas vemos, borrosamente, un caballito de madera tallado en Vladimir, una imitación a escala de una máquina de coser, un coche con dos caballos, un samovar amarillo, rojo y verde para árbol de navidad, una muñeca de seis pulgadas y un barbudo Cascanueces en imitación de mayólica. Todas son artesanías populares rusas manufacturadas en 1860. Benjamin escribe: "Los juguetes rusos son los más ricos y variados de todos. Los 150 millones de almas que habitan el país se distribuyen entre centenares de grupos étnicos, y todos esos pueblos poseen una artesanía más o menos primitiva, más o menos evolucionada. Así es que hay juguetes pertenecientes a centenares de lenguajes morfológicos y confeccionados con los más diversos materiales. Madera, arcilla, hueso, tela, papel maché, aparecen solos o combinados. La madera es la más importante de esos materiales. Casi por doquier existe en este país de grandes bosques una maestría incomparable en su tratamiento, en la talla, en la pintura y en el ensamblado. Desde los sencillos títeres de madera de sauce, blanca y blanda, las vacas, cerdos y ovejas, tallados en forma realista, hasta los cofrecillos artísticamente pintados y esmaltados de vivos colores, en que se hallan representados el campesino en su troika, labradores reunidos en derredor del samovar, segadoras o leñadores durante el trabajo, e incluso grupos monstruosos, representaciones plásticas de viejas sagas y leyendas, los juguetes y chucherías de madera llenan negocio tras negocio en las calles más elegantes de Moscú, Leningrado, Kiev, Jarkov y Odessa. La colección más grande es la del Museo de Juguetes de Moscú. Tres vitrinas exhiben juguetes de arcilla del norte de Rusia. La expresión rústica, robusta, de estos muñecos contrasta bastante con su textura sumamente frágil. Pero han sobrevivido sanos y salvos el largo viaje. Y es bueno que hayan encontrado un asilo seguro en el museo de Moscú. Pues quién sabe hasta cuándo esa manifestación del arte popular podrá resistir a la marcha triunfal de la técnica que atraviesa Rusia. Dicen que la demanda de este tipo de objetos se está extinguiendo, por lo menos en las ciudades. Pero seguramente estarán todavía vivos, allí arriba, en sus tierras, seguirán siendo modelados en la casa del labriego, después de la jornada, pintados en colores vivos, y cocidos."
L.P.
L.P.
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