Esto fue lo que escribió la gran dama Edith, otra escritora y viajera de ésas cuya vida envidio, aunque posiblemente, en cierto modo, debió de ser más dura que la mía. Me pregunto qué pensaría ella ahora viendo nuestros apartamentos minúsculos de un solo ambiente, donde el lavabo es tan chico que más parece un bol para tomar los cereales y la cama se transforma en sofá por la mañana y el sofá se usa como mesa a ratos. ¿Qué metáfora inventaría la señora Wharton para hablar de la identidad femenina ahora que todo se ha reducido miserablemente y el recibidor es una mera alfombrilla y el salón un espacio multiuso donde pasa de todo?.
Eso sí, el silencio de las pisadas que nunca llegan resuena como de costumbre, a pesar del ruido de impresoras, desagües y cañerías.
Querida Prima,
ResponderEliminarAcabo de ejercer mi derecho a voto, más que nada para agradecer a mis primas sufragistas su labor, ya que me produce bastante verguenza el hecho de votar en si,con el panorama político y demás...Todo ello es para comunicar que no me hallo especialmente inspirada poéticamente para responder a su entrada con la calidad que usted, Mdme.Eau, se merece.A pesar de ello, quisiera decirle que el texto me inspira.Y me trae asimismo recuerdos de Virginia Wolf y su habitacion propia y de todos los sueños en los que he aparecido en mi casa y reflejaba psicológicamente mi situación emocional.Nuestra casa somos nosotras .Y yo necesito una doncella limpiadora constantemente,tambien llamada terapeuta.
Lady M.
Queridas primas,
ResponderEliminarMe sucede lo mismo, sólo que además han pasado las elecciones y para colmo de males es lunes.
Pero os hablaré de mi "casa": llena de habitaciones y trastos y de sótanos y desvanes, con rincones y pasillos escondidos, paredes falsas, cuartos de invitados, otras estancias donde procuro no entrar y están cerradas a cal y canto... en fin, más que una casa es un palacio victoriano lleno de fantasmas a los que, por supuesto, invito a tomar el té, generalmente a horas poco apropiadas.
L. P.
Yo soñé una vez o dos con una habitación maravillosamente blanca, iluminada, llena de ángeles y de tesoros. No quería irme de allí sin llevarme algo (en concreto un libro dorado donde al parecer estaba escrito TODO) pero no pude. Era la maldición del cuarto encantado: todas las riquezas del mundo estaban al alcance de mi mano, pero sólo allí. Mi amante del momento me dijo cuando se lo conté: es tu imaginación. Allí está todo. Fuera de esa habitación predomina la grisura.
ResponderEliminarMadame Eau, en un arrebato melancólico.